Antes de empezar a leer esta historia te recomendamos encarecidamente que leas la primera parte, la hemos publicado en nuestro nuevo blog de leyendas de terror esperemos que este nuevo blog sea también de vuestro interés.
Cuatro Meses después…. Ya había olvidado lo que me había sucedido aquella noche frente al espejo.
Eran como las nueve de la noche cuando mi madre me pidió que por favor lavara el carro, porque tenía mucha tierra en las puertas, le dije que solo lavaría por fuera, ya que era tarde y de noche no se ve muy bien.
Eran como las nueve de la noche cuando mi madre me pidió que por favor lavara el carro, porque tenía mucha tierra en las puertas, le dije que solo lavaría por fuera, ya que era tarde y de noche no se ve muy bien.
Inicie lavando las llantas y luego el lado derecho del vehículo, como la verdad no era algo que me gustara lo hice rápido, llené de jabón todo el carro, aunque sabía que no debía dejar que el jabón se secara sobre la pintura, pero bueno como era de noche, no me importó.
Agarre la manquera e inicie enjuagándolo del lado del chofer, cuando llegue al lado izquierdo, empecé por tirarle agua al techo y las ventanas cuando de repente, el agua corrió sobre la ventana del pasajero formando como especie de un espejo, porque me podía ver claramente, ahí fue donde sucedió nuevamente, por segunda vez me ocurría lo que no deseaba que le sucediera ni a mi peor enemigo, estaba casi en la misma situación, un reflejo en la misma dirección, a la oscuridad del maldito patio. Pero esta vez fue mucho más atemorizante, esta vez estaba afuera de la casa. En mi mente le pedía a Dios que no sucediera otra vez, pero no sé quien escucho primero, empecé a sentir como mi piel y mi cabello se erizaba. Seguido me invadió el miedo a un nivel que empecé a ver como mis manos temblaban, realmente volví a tener esa desagradable sensación como si supieras que te vas a morir o peor, desgarrar tu alma, un asecho de muerte, no podía hablar. Creo que yo mismo podía oler el miedo.
Recordé que la primera vez, me costó mucho moverme pero que lo había logrado, pero las condiciones eran diferente, la primera vez estaba dentro de la casa y a un metro de salir por la puerta, ahora me encontraba fuera de la casa, como a tres o cuatro metros de la entrada de la casa y para acabar con un piso mojado y lleno de jabón.
Se imaginarán, uno con miedo y con ganas de salir corriendo por un piso mojado, estaba asustado, pero sabía que si intentaba moverme rápido, el resultado sería probablemente probar la suavidad del piso. Así que traté de moverme lentamente, sin volver a mirar ese maldito reflejo, inicie un trayecto de tres metros en un tiempo que para mi duró casi treinta minutos, cuando estuve cerca de la entrada de la puerta de la casa utilicé la poca energía que tenia y corrí. Caminé por la sala y el pasillo de la casa hasta llegar a donde se encontraba mi madre viendo la televisión. Me senté en la cama sin recordar que estaba mojado, en shock, no podía creer que me había sucedido otra vez, Ella me miró y me dijo: hijo, párate de la cama que estas mojado, mire a mi mamá y le dije en voz baja, me sucedió otra vez y tengo miedo, ella se levantó y me abrazó. La siguiente pregunta que me hizo fue: ¿Cerraste la puerta de atrás al entrar? La miré con tristeza porque no pude hacer ni eso.
Ella me pidió que la acompañara a cerrar la puerta, y le dije que solo la acompañaría hasta la sala. Porque el miedo que tenia no había desaparecido del todo.
Así fue, al llegar a la sala ella salió corriendo y tiro la puerta, un segundo después de cerrarla el miedo desapareció como si nunca lo hubiera tenido.
Cuando me recupere le dije que el carro todavía tenía jabón, pero lo terminaría de lavar por la mañana. Creo que me comprendió, porque no me dijo nada.
Esa fue la última vez que sucedió y espero que se mantenga así.
Diez años después le conté a mi abuela con lujo de detalles lo que me había sucedido. Ella me prestó atención como si fuera un libro muy interesante. Al final de mi relato me dijo con los ojos aguados que se sentía muy triste. ¿Yo le pregunté por qué? Y ella me dijo, porque no pude ayudarte , estuviste solo y vivir con eso.
Me dijo que eso no era nada bueno… No me quiso decir o no sabía que era ciertamente, pero medio a entender, que lo que lo causaba esta sensación era un ser muy fuerte.
Lo siguiente que me dijo fue: Siempre que sucedió tuviste que mirar hacia abajo, su presencia te hacía sentir vulnerable y eso no es normal.
Luego me dijo que rezaría por mí todas las noches, para que no me volviera a suceder.
Desde que le conté han pasado seis años y no ha vuelto a suceder.
Desde que le conté han pasado seis años y no ha vuelto a suceder.